Las habilidades sociales, para personas con TEA, están comprometidas en un hospital. Sensorial y cognitivamente los centros sanitarios no están adaptados para ellos.

Es radicalmente diferente ir al médico con personas con autismo. Para un niño o adulto con TEA, el «universo sanitario» será hostil; la falta de previsión de la visita, siendo una urgencia, aumentará sus temores.

El personal sanitario necesita y demanda formación para acercarse a estos pacientes. Para las familias es una emergencia. El temor ante lo imprevisible aumenta en unos padres con un hijo con TEA.

El Centro Gatea pone en marcha un curso imprescindible para personal sanitario. En él se anticipan las claves para que la visita no se convierta en un drama.